¿Cuándo llega una
persona a un punto de no retorno? Esa parece ser la pregunta principal que me
deja Out, novela –realmente negra– de
la japonesa Natsuo Kirino.
Si bien la prosa de
Kirino no es la de una pluma exquisita, y son pocos los pasajes que se puedan
considerar como “brillantes”, lo que hace de ésta una buena novela, es la
construcción psicológicamente cargada de los personajes. Cada uno de los personajes
se construye a partir de la vida cotidiana marcada por un entorno industrial y
despersonalizado. La sociedad japonesa en su más crudo rostro. Un rostro de mujer.
Se trata de un grupo de
mujeres, que lejos de ser las “amigas” con que nos tiene acostumbrado el cine
hollywoodense, son compañeras. Comparten una vida y un trabajo de mierda. Todas
trabajan en una fábrica de comida preparada en el turno de la noche. Sus
condiciones familiares, personales, sociales, psicológicas, no les permiten
trabajar de otro modo. De ahí que se crea un vínculo entre algunas de ellas y
se juntan alrededor de Masako, una mujer dominante. Y aunque en un inicio se
puede pensar que la amistad es lo que las une, esa fachada desaparece con el
pasar de las páginas.
Así, luego de la
introducción correspondiente, las cosas se suceden de repente. Una de las compañeras
del grupo asesina a su esposo, casi por accidente. Un asesinato que casi nadie
lamenta –tal vez el único que sufre realmente es el muerto–, pero que traerá
consecuencias inesperadas y que van dando forma a una voluminosa novela. Sus
compañeras deciden ayudarla a desaparecer el cadáver. Este es el primer punto
en que las cosas parecen no tener retorno. Pero no es el único puente que se
tiende para entender la inflexión de las cosas.
A medida que se
desarrolla la novela, varios son esos puntos de inflexión que el lector puede
encontrar en ella. Y esos puntos a veces hacen pensar en que el primero, no era
realmente el primero, sino solo una consecuencia lógica –y macabra– de la vida
posmoderna. Kirino describe con impecable precisión las vidas de estas mujeres
y un entorno que va desde la fábrica de alimentos, hasta los barrios como Kabukicho, donde el esposo muerto y
Satake, un ex Yakuza, desarrollan una trama aparte con juegos de azar, apuestas
y mujeres. Cuando muere el primero, Satake es inculpado del asesinato y a
partir de entonces empezará una búsqueda incesante e inacabable del verdadero
asesino y de su propio ser oculto por años.
He ahí la construcción
psicológica de los personajes. Extensas partes de la novela se dedican a crear
una imagen compleja, y muchas veces perturbadora de cada uno. La miseria humana
no tiene que ver solo con la pobreza, también la riqueza y la avaricia desatan
todos esos demonios que uno no quisiera que existan, pero que Kirino conjura a
la manera de los grandes autores del drama y el terror japonés.
Hay que advertir que este
libro no es para los débiles de
estómago, ni para las beatas, peor aún para los buscadores de literatura light.
Las descripciones que realiza Kirino sobre situaciones como la muerte y el
asesinato; la violación; e incluso la oscuridad que rodea a algunos de los
personajes principales, hacen de esta novela una pieza seleccionada sólo para
algunos paladares.
Una de las cosas que
extrañé en la novela es el humor. Tal vez, esa es una de las características
tanto del cine como de la literatura japonesa. En las 551 páginas del libro, no
abundan las sonrisas, sino más bien la reflexión y la introspección, sin por
eso dejar de ser un relato que se disfruta en cada una de sus partes.
Pd: Una de las primeras
ideas que se me ocurrieron al leer el libro es que es perfecto para el cine.
Por suerte, no fui la única persona en pensar esto. La película homónima del
director Hideyuki Hirayama está basada en Out.
Sin embargo, hasta la fecha no he logrado conseguirla. En los próximos años,
una versión americana será filmada. Esperemos
que sea más accesible que la versión japonesa, y guarde un singular respeto por
la narración original de Kirino. Una autora que sin duda hay que seguir.
