Ya lo dijo
el inka Tupak Katari:
regresaré y
seré millones,
igual que
todas las mariposas llamadas Sara,
igual que
todos los insectos que algún día fueron
conocidos
como Gregorio Samsa,
regresaré y
poblaré la tierra.
Mi cuerpo
que no solo es carne,
sino polvo,
y agua, y viento, y fuego,
se llenará
de pupas y crisálidas esperando la primavera,
hará
explosión y me transformaré en montaña,
en valle, y
crepúsculo lunar,
y en
mandrágora y mantícora a la vez,
y ni San
Jorge que espera la batalla,
podrá
combatir el fuego de este dragón eterno.
Pues
mientras exista la radio en A.M.
y se
escuchen pasillos y albazos, y versos tristes
como los que
escuchaba mi abuela en el cuarto junto al durazno,
y su voz hecha
eco penetre todo el espacio de la casa vacía,
seré uno y
todos, y ninguno a la vez.
La única
guerra que es tan hermosa
como para
arrancarle las lágrimas a un niño,
es la que se
celebra en el interior de uno mismo,
pues de
acuerdo a todos los tratados y armisticios,
declarara
que quien gane, siempre perderá algo suyo,
pero ganará
en insecto, y en mariposa, y ese bichito
será la salvación y la perdición del
mundo.
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