Soy la sombra de lo escrito.
Como una mano zurda sobre el escritorio de la severa maestra.
Tengo los huesos calados del frio invierno nuclear,
y tú la escafandra blanca después del estallido.
Cuando te conozca estaré dentro de las bombillas,
luz para la vigilia del domingo,
atardeceres que nunca acaban
y colores perpetuos en la retina.
Soy la sombra de lo dicho.
Como gritar en medio de una isla erosionada y vacía.
Tengo las palabras justas, por eso callo,
prefiero invertir en lo seguro.
Cuando en tus oídos aparezca de pronto,
el zumbido de las moscas y la llamada de la planta,
es que oirás mis únicas palabras.
El 29 de abril es el Día de la Danza, querido escafandra!
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