Recuerdos de mortiños en el páramo.
A Henry y su provincia
El frio de los pajonales penetrando en la memoria,
como si la visión del cóndor aumentara con el tiempo,
y los conejos despavoridos huyeran de la mente.
Solo los aullidos del lobo perduran despacio,
calando bien hondo, royendo las esquinas del tiempo,
destripando un corazón viejo de gusano.
Lo que queda son las ruinas de los indios,
fortalezas que el viento erosiona
y el sol quema como mejillas de otro tiempo.
Lo que queda es el olor de un mortiño
que florece silvestre entre las ruinas de la memoria.

Saquisilí, capital del Ecuador!
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