El piso siete representa una salida, la última salida, el escape de la realidad aparente, un plan de evasión. Así como un poema es una bala, la música el silencio perfecto, una foto un recuerdo inexistente, así mismo el piso siete es el absoluto que se adentra, lenta pero inexorablemente hacia el abismo.
Al parecer ninguno de nosotros será como Manolo Chinato, o como Panero! Es mucha alevosía la comparación, pero solo quiero decir que eso de llegar a viejo al parecer está negado para esta generación...
Esta generación está marcada por la tragedia,
por la derrota, por el ocaso perenne.
Ahora se va el Pepe Víctor, el eterno piloto
de esta nave sin rumbo
que vaga por la vida, trasegando siempre.
Al parecer el Pepe también era amante de la soledad,
de esta soledad que nos envuelve
y atrapa a los mejores.
La soledad es la amante de esta generación,
y algunos le tienen miedo,
y se agobian ante su presencia,
ante la sombra eterna que se eleva desde la cuna.
Y sin saberlo, el Pepe renunció irrevocablemente a su condición de amante,
pero la soledad no es una amante que se dé por vencida,
como la hierba del diablo, solo se satisface si estás terminado,
vencido, sin aliento.
Ahora te vas compañero. Me dejas, y yo siendo solo copiloto,
tendré que lidiar solo con esta nave, con mi propia amante,
con todo el vacío y la tragedia que nos resta a los que nos quedamos,
y no huimos como liebres ante el feroz lobo del destino.
Esto lo escribí hace algún tiempo, cuando no tenía un rumbo, cuando andaba perdido por la vida y sin embargo algó me rescató, lo podría aducir al espíritu de Joaquin, a su lucha por seguir viviendo.
Qué haremos Joaquín cuando la trémula luz del horizonte se apague, y los versos ya no duelan, y los párrafos de los cuentos se escriban solos? Que será del escritor cuando se acaben las historias? Que será del poeta cuando se quede mudo ante el ocaso? Será acaso que debemos andar reptando por el suelo, mendigando nuevas palabras al viento, o repetir el dolor como si saliera de nuestras entrañas.
La verdad es que no se qué pasa Joaquín con el mundo, por eso te escribo, para recibir tu consejo amigo. Al parecer el mundo ya no nos necesita, o será acaso que nosotros ya no necesitamos al mundo, a este mundo de mierda que me carcome el corazón. El sin sentido de este mundo es irrefutable, es absoluto para mí. No encuentro lo que me mueve, no tengo ánimo de salir a mirar el paisaje gris de la ciudad, ni siquiera de salir a tomar el sol. Es como si las piernas que a ti te faltaron,a mi me sobraran. Solo mi cueva es mi refugio, es la caverna donde me oculto y miro hacia el interior: el exterior es tan brillante, y tan gris, tan lluvioso, tan estúpido, que no se si quiero salir. Si todo esto tiene sentido, yo la verdad no lo encuentro, yo la verdad me siento perdido.
Si por un tiempo te movió el amor, de seguro eso te empujaba para seguir adelante, para combatir la injusticia, para cuestionar el orden establecido, para luchar. Pero luego qué? luego del amor y el desamor, qué nos queda? Yo la verdad no sé, no tengo idea de lo que puede ser combustible para derretir este corazón de hielo seco. Porque si es la soledad lo que me espera, si debo permanecer conmigo mismo, si el camino trazado es como el chaquiñán que baja de la montaña y solo permite un pie y no dos, entonces habré de encontrar el motivo, la llama que arde dentro del espejo. Esta eternidad en la tierra debetener un sentido.
La tragedia, esa dama inevitable, parece que tocó a tu puerta antes incluso de que vieras la luz. Esa fue energía creadora, maldita pero creadora. A mi lado llegó hace poco tiempo, para quedarse sentada, esperando el balazo en el cráneo, el envenenamiento, la sobredosis, y sin embargo el fuego creador no parece haber venido. No encuentro esa fuerza, esa mística que tú tuviste. Acaso la tragedia no es suficiente para esa potencia creadora, acaso la tragedia que se cierne en este cielo es solo tragedia, es solo el maldito destino. Cuesta y duele creer que sí.
Joaquín qué hago? dame tu mano para ayudarte a llevar esa cruz de río, para al menos compartir tu genio, tu desvarío, tu tragedia, y no solo tu destino.
Tengo miedo que mi literatura sea insabora. Tengo miedo a ser tibio, ni frio ni caliente. Porque los tibios tienen comprado el infierno, o lo que sea que se llame, luego de la vida. Mi literatura no tiene sexo, es indefinida, puede ser utilizada por cualquiera, puede servir para cualquiera. Mi literatura no se define, ni tiene que hacerlo, o si? Y sin embargo no todo es indefinición…
La mediocridad que me rodea es asfixiante. Puedo oír música, literatura, películas, y solo algunas se quedan en mi oído. Puedo ver videos, ver películas, la tele, pero solo unas pocas imágenes se quedan en mi retina, y es queel ser exclusivista me ha llevado al callejón. Y es que ser un exclusivista, sin saber que mismo quiero, es difícil, porque lo criterios de selección se han borrado, o no existen, entonces uno no elige, como ahora en el almuerzo, me dejé llevar por la selección de otro, porque elegir se ha vuelto complejo y prefiero que otro que elija por mí; y sin embargo me dio cargo de conciencia dejar ahí un plato, a medias, con comida. Eso es lo que me enseñaron, eso se llama conciencia social panfletaria, sin un verdadero sentido, porque consumo, y mucho, y me gusta, me hace feliz por un instante, lo que tengo, lo que consigo. Pero me dio cargo de conciencia dejar ahí un plato a medias. He ahí la contradicción de toda la vida. Elegir y no elegir.
Y sin embargo, hoy he decidido no sentirme mal, por nada. Decidí que yo soy quien decide si pasar mal o bien, uno se hace aquí su propio cielo, o su propio infierno, nadie más. Está el amor, los amigos, las cosas que a uno le hacen feliz, otras que le harían llorar, pero yo sigo estando aquí y ahora, nadie más. No hay quien se vaya contigo a la cama, pues bien, te vas solo. No hay quien coma contigo, pues bien, comes solo. Las cosas que te hacen bien son difíciles que pasen, pues bien, haces las cosas que tienes que hacer, y esperas que esas otras cosas pasen, sin prisa, pero sin pausa. Y así…
Esta también es parte del Maniqueismo que me decía S que me atravesaba? Puede ser, todo es posible. Esta idea de que es uno mismo quien se determina, no viene de toda esa corriente que representa el hombre como centro del mundo, el que todo lo puede, hace y deshace y es el dueño de la naturaleza?tal vez sea así, pero prefiero ser quien se determina a sí mismo, quien decide que hace y lo que hace, sin embargo la incapacidad de decidir me golpea,me maltrata, es la bipolaridad que acecha en su oscuro rincón.
Harto tiempo te he tenido en el olvido.
Me fui.
Pero ya estoy de regreso, con nuevos brios,
con nuevos aires que me permiten volar
desde esa tierra remota y lúgubre.
Si es posible, leer con el siguiente fondo musical...
Sus pies le estorbaban tanto para volar, que un día se los quitó de un tajo.
Fue un golpe certero y con plena conciencia de sus alcances, de sus fines últimos y primarios: volver a volar. Y es que tanto lo ataban sus pies al suelo, a la tierra húmeda y la arena, a las pequeñas rocas que habían calado en su planta dejando su impronta devastadora, que su conciencia lo obligaba a volver a volar.
Lo que detestaba del suelo era su comodidad, la miserable certeza de lo estable, la continuidad de los pasos a lo largo del sendero, las huellas que se notan con el paso del tiempo. Para él –era como estar envejeciendo–. Esa tranquila comodidad del suelo, era como estarse muriendo en vida, como si a cada paso el tiempo-suelo le quitara un segundo de vida. Por eso decidió terminar con toda esa vida e irse volando a tiempos remotos.
De manera que para volar necesitaría de alas y no pies, que –eran como anclas–, y pesaban tanto para decidirse, para actuar, como él decía. Decidió que necesitaba quitarse de su lastre cuanto antes.
La mejor forma de hacerlo era con una sierra, pero se dio cuenta que él mismo no resistiría, pues su cuerpo –era débil y sin valor–, así que en su intentona decidió que tenía que contar con un socio. Un operario de su plan, un asistente que pueda llevarlo a lo más alto, a la cima en que emprendería el viaje a tiempos remotos. Encontró en un viejo enfermero retirado y demente a la persona ideal. En el enfermero confiaría todo el éxito de su plan.
Ya en las horas previas a la realización, cubrió todos los detalles de la operación para que todo salga según lo planeado: cuando se corten sus extremidades inferiores que lo ataban a lo mundano, se encontraría libre y podría huir volando hacia su destino. Sintió estar preparado, y en ese instante le invadió un sueño profundo. Luego solo recordó a una figura que se acercó y nada más.
Su asistente inició la operación, sin equivocar detalle alguno, ya que –de ello dependería el éxito o fracaso de su intento–, y sin embargo de estar sedado, al sentir la sierra lanzó un grito seco que se ahogó entre las multitudes de gritos que escuchaba a menudo en su mundo terrenal, por lo que terminó por soportar el dolor a pesar de que desfallecía por la hemorragia.
Al siguiente día sus padres lo encontraron en una clínica, con sendas amputaciones de ambos pies, y con una extraordinaria explicación de lo ocurrido: “apenas un día antes había desaparecido de su pequeña camita”, y “al encontrarlo el senil enfermero se lo llevó a su casa, en la que desquiciado totalmente realizó la amputación al niño”.
Parece inverosímil que un niño de 2 años planeara como regresar a tiempos remotos –en que volaba–, ciertamente en brazos de sus padres. Más la verosimilitud no es un concepto que la mente de un niño tenga en cuenta.
En la cama del hospital, el pequeño se siente contento, pero siente que ha perdido la guerra, sabe que esa batalla ganada es efímera: ahora lo esperan un par de ruedas que lo atan al suelo.
Todas estas cosas son reviejas, asi que a ver que tal:
Recurrir a las tácticas de antaño, ese era el lema de A-na. Cuando se encontraba en una situación difícil utilizaba las “tácticas de antaño”; se las sabía de memoria y cada vez y cuando le eran de gran utilidad. Sin embargo, un día se dio cuenta de que si bien servían para sus propósitos, no le habían servido para avanzar, es más, solo se mantenía a salvo de caer bajo, por ciertos arreglos que el sistema había permitido para casos como el suyo.
En cuanto a mi - si bien era un inmundo ser, que existía por fisuras técnicas de la matriz central-, sabía que en cuanto ella cayera unos pocos niveles más, sería de mi alcance y la tendría a mi disponibilidad, aunque siempre había pensado que era igualmente un error del sistema el que yo estuviera tan bajo, por lo que, era sencillamente inmoral que ella no estuviera en el rango correcto, o sea, el mío…
Años después, la encontré, y ya no era la misma. Sus “tácticas de antaño” no le habían servido más. Frente a la competencia, y frente a los nuevos modelos, ella era más que obsoleta, era inservible, inutilizable si cabe la expresión. En cuanto a mí, soy uno de los pilares del nuevo sistema, que cuenta con una matriz más equitativa y con mayores accesos, más horizontalidad y más interacción.
Nunca la tuve, más su misión fue la correcta, ella me encaminó hacia mi objetivo, su obra está completa.
Pd: Cuando logré ingresar en el sistema, hice cambios de tal manera que ella, sus modelos, y sus registros, sean motivos de error, por lo que el sistema no acepta ninguna interacción con esa conexión. Ella era la base del sistema anterior, sus restricciones conmigo eran las mismas, por lo que gracias a ella y a su negativa llegué a mi objetivo. Vendetta.
Casi como siempre, escribo de noche, al parecer es la noche la que me ilumina. Ahora quiero compartir un pequeño cuento de hace unos años, de hace más de dos años exactamente. Lo escribí en una noche lluviosa en un pueblito olvidado. Fue como un recuerdo que vino de otra vida a mi mente, y se posó sereno, en medio de la lluvia, y como el trapiche, lenta pero inexorablemente fue masticando la caña, exprimiendo su jugo hasta quedar solo un bagazo, la materia seca e inerte que había sido atravesada por el cuento.
Martha te escribo desde acá, desde Nanegal, si te acuerdas o es que ¿ya se perdió de tu memoria este pueblo recóndito? Acuérdate que es donde la soledad cae como lluvia -a cántaros y sin descanso-, donde los lunes se anteceden a los martes, a los miércoles, a los domingos, a las mañanas y a los medios días. Al parecer el lunes es eterno y la lluvia viene cogida de su mano. Te escribo desde la casa que construimos, donde dejamos nuestra juventud, junto al campo sembrado de pastizales verdes y cañaverales altos, donde los olores de la panela y el trapiche se juntan con los aromas agrios de los sudorosos jornaleros; acá donde los caminos no son polvorientos sino más bien lodosos, caminos olvidados por el Señor y por los hombres, y en donde los perros hambrientos ladran a la espera de una buena presa. Estos caminos que parece que recorren el vientre de una serpiente que repta por las cimas de las cuchillas; donde al parecer los Yumbos poblaron las cimas con tolas, con plataformas y con vasijas, que se van escondiendo de la vista de los perversos saqueadores y los ambiciosos hombres negociantes de los artefactos de los antiguos.
Te escribo para contarte mis penas y sufrimientos, te escribo del aburrimiento que ni la caja de imágenes y sonidos que me enviaste ha podido aliviar: te cuento que cuando la tele recién llegó al pueblo, fue todo un acontecimiento, una novedad y una novelería; lo malo es que no había ni hay canales para ver, así que, al principio la gente se quedaba contemplando el ensordecedor ruido de la estática hasta que se cansaban y se iban cada uno para sus casas; ahora los vecinos ya no vienen por acá, se quedan en sus casas contemplando el ensordecedor ruido de la lluvia en los techos de zinc, y en las ventanas con cortinas apolilladas y los marcos de aluminio desvencijados.
Martha esta desolación que voy sintiendo, es aguda y profunda, más profunda e insondable que el espacio que dejó la tele cuando la tiré por la ventana y se despedazó en pequeños trozos de plástico y cristal, en circuitos que salieron volando por los aires y ahora son parte del recuerdo de esa infausta noche, en que al fin, apareció una imagen y no era la tuya. Te pido perdón porque sé que cuando me la enviaste era un regalo de buena voluntad; sin embargo, más pudo la locura en mí, al ver que las imágenes que aparecían eran las de la civilización que dejamos atrás para volvernos al campo, a lo que siempre quisimos, o al menos imaginábamos que queríamos, porque uno se hace ideas y se imagina cosas, se hace ilusiones de la vida perfecta y de los sueños anhelados que son posibles lejos de las calles y edificios negruscos, de la vida mundana y de la maldad citadina; más esos sueños no son mas yno pude contenerme y arrojé la tele por la ventana, por la envidia.
Es como si la vida se hubiera ido, o mejor, me hubiera dejado plantado en estas tierras inhóspitas para los primeros colonos, miserables para los jornaleros de antaño, ricas para los patrones de las otrora grandes haciendas; y desoladas para mi pobre alma que se queja del abandono que hoy se presenta ante mi puerta.
Desde que te fuiste no hago más que quejarme, no hago otra cosa que sentir tu ausencia, o mejor dicho ausentar tu no presencia, porque la verdad sea dicha, cuando estabas aquí tampoco soportaba el vacío de tu ser, la levedad con que te mecías en la hamaca del porche que construimos, solamente con el propósito de sentarnos a envejecer, y que ahora solo me sirve para maldecir el día en que vinimos a esta tierra desencantada. Es que tú no eras tú en esta tierra, estabas pero a la vez no estabas, era como si la sombra de mi amada se meciera en la hamaca, mientras la verdadera Martha se encontraba en otro horizonte lejano, en otra galaxia coronada por lujosos envoltorios nebulosos.
Hoy vi esta película, y me acordé que hace tiempos hice un poema, inspirado en una persona muy querida, y que me llevó por caminos inexplorados, que me enseñó lo que en portugués se conoce como saudade, y que a mi manera yo la vivo y la seguiré viviendo, mientras queden recuerdos, mientras queden historias.
Este es un homenaje, como todo en la vida, para H y su saudade, para Pedro Juan Gutierrez por enseñarme esa otra Habana, para Virgilio Piñera y La isla en peso por la inspiración poética, y por supuesto para Bebo Valdés por la excelente música de Chico y Rita.
Háblame de la vieja Habana, de centro habana, y el malecón,
donde los amantes todavía se besan y hacen el amor
sin importarles las miradas, ni la patrulla de la autoridad,
pues se hallan consumidos por su deseo,
y tan solo acariciados por la brisa y sus propias manos,
ocultos entre la noche y el ruido de las olas
que azotan las murallas de la vieja ciudad.
Háblame de la vieja Habana, de centro habana, y el malecón,
donde salías a caminar con el sol quemándote la piel,
y entre sal, sudores, y edificios derruidos
mirabas con nostalgia las glorias de un pasado fabuloso,
y del que ahora solo quedan postales amarillentas,
las ruinas de una bailarina caribeña que azotada
por los embates del tiempo y los viejos barbudos de la revolución,
se resiste, pudorosa, a exhalar el último aliento.
Háblame de esos recuerdos mientras dormito en tus brazos,
mientras esa nostalgia que me es ajena me consume.
Porque no hay duda que la peor nostalgia
es aquella que se siente por lo que nunca se ha perdido,
por lo que nunca se ha conocido,
por lo que nunca se ha tenido.
Pero no importa si nunca he estado en la vieja Habana,
es tu voz la que me enamora de esos recuerdos,
eso que emanade tu cuerpo cuando hablas de tu Habana,
como si las calles y las personas cobraran vida de tu aliento,
como si esos edificios se destruyeran en mi mente,
y viera con mis ojos a los amantes semidesnudos en las murallas,
y el sol y la brisa se colaran en mi ventana.
Tu recuerdo atraviesa mi piel y mis sentidos,
tu mirada trasluce un encanto casi olvidado,
tu sonrisa es de nostalgia,
tu cuerpo es solo un holograma,
no estás presente,
es tu ausencia lo que acaricio.
Más qué se puede hacer?
si hasta el ron tiene ese aroma a isla,
a las viejas casas herrumbrosas,
a los gatos ronroneantes,
y a las refris que murmullan en la cocina,
y a los carros que más bien parecen herrumbrosos viejos ronroneantes,
y a los viejos que más bien parecen herrumbrosos gatos que murmullan,
pero como todo en Cuba: no murmullan sino que gritan.
De tanto murmullo nada se escucha,
de tantos ronroneos nada se entiende,
de tanta herrumbre nada refleja,
de tanto mar, de tanta isla, de tanto viejo, de tantos gatos, de tantas refris,nada cambia.
Tumaldita circunstancia del agua por todas partes
me lleva al abismo, porque no sé que es preferible:
si el agua por todas partes, o estas paredes que me aprisionan?
si esta ciudad demoledora, o aquella Habana demolida.
Lo único que puedo hacer es contemplarte,
oír tus historias de aquella bella,
mientras ibas al teatro,
mientras pasabas trabajos,
- acere si tú supieras –
Acaso no lo sabré nunca pero comparto tu tristeza.
Lo único que me calma es tu sonrisa franca.
Ese reflejo de una ciudad en las pupilas,
y la evocación de esa melancolía infinita
en tu voz que ahora es lejana,
que se va hacia el mar, se va hacia su isla.
Y me abandona, y me abandono,
y así me pierdo entre estas cuatro paredes
que por ahora nos acogen y no me amenazan.
Dormir contigo es como tener la marea en un vaso de agua,
calmar la tempestad antes de que suceda.
Por ahora solo nos tenemos el uno al otro,
porque ni tú tienes tu Habana, ni yo tengo un sentido.
Dentro del Teatro Simugh el arte es arte no por su propuesta estética, o no solamente por eso, sino por su capacidad de conmover, su nivel de interrogación, de interpelar al sujeto, es la posibilidad de atravesar al ser humano, tanto al espectador como al artista.
Es en la capacidad del arte de provocar al ser humano que el arte viene a reemplazar al mito en el presente, y es en esta acción en la que se sitúa el Teatro Simurgh. Su compromiso para con la tradición de todos los pueblos lo plantea como una propuesta más que coherente, es una revelación para muchos de los que asistimos a ver las obras El Camino al Manantial, Cantores, y el resto de monólogos como Madamme Aisatta y Del agua y del fuego.
El ver y renovar la capacidad del ritual de repetirse de nuevo, de volver a suceder, es lo más importante en la dramaturgia del grupo. El ritual y el mito vuelven a ser lo que eran para los pueblos antiguos: una suerte de creación-recreación del mundo, de su mundo, de nuestro mundo.
La cosmología que presenta Teatro Simurgh va desde la creación del mundo, pasando por el descubrimiento del agua o el Manantial que da vida; la historia de la sexualidad a través de mitos africanos; la referencia a elementos físicos como el agua y el fuego, y que en realidad representan principios o símbolos del universo; hasta el uso de canciones de varias culturas para contarnos un viaje, una comunión de todos los hombres dentro de esta Tierra.
El teatro tiene esa posibilidad, la de crear, o re-crear el mundo, nuestro universo, mediante una estética y una dramaturgia, pero sobre todo mediante la repetición del mito, mediante las palabras que separan la luz de las tinieblas, mediante una poyesis que se vuelve ritual, para volver al origen o génesis de la vida.
Es verdad que cuando en Del agua y del fuego, el viejo Ezequiel le replica a su joven discípulo, porqué repite solo palabras, solo palabras que no significan nada, tiene razón, pero en parte, y así mismo es como responde el muchacho: las palabras son solo palabras para el que no ha sido iniciado, para el necio que solo oye palabras, y no las conoce, no las entiende, porque el iniciado – quien tiene oídos para escuchar –, el que de verdad conoce el significado de esas palabras sabe que tienen sustancia, un numen, y que al ser pronunciadas – la segunda vez –, están re-creando el mundo, su mundo. Eso mismo nos lo muestra Mircea Eliade en “El Puente”:
“Les he dado la clave: piensen en la historia de las religiones, en lo que podría llamar el secreto de la primera repetición, en el misterio de esta expresión: la segunda vez, expresión que en apariencia, un uso excesivo y, por tanto, una profanación del lenguaje ha trivializado, pero que no por ello ha dejado de conservar, bien ocultos, algunos fragmentos de una revelación primordial. La segunda vez, es decir, nacido por segunda vez, es decir, re-nace, que ha resucitado de entre los muertos; en pocas palabras: nacido al mundo del espíritu. La segunda botella de vino es cualitativamente tan diferente de la primera como de la tercera o de la décima. Poco importa cuántas botellas se vacían cada noche en la calle de las Sacerdotisas”.
Es en la repetición del mito, en la transmisión de éste que se funda la sociedad, tanto las sociedades antiguas como nuestra sociedad. Y sin embargo, la modernidad y diversas circunstancias han hecho que olvidemos lo verdaderamente importante, tanto en la vida como en el arte. Hemos olvidado nuestro propósito, hemos olvidado el propósito del arte, y recordar, re-crear, es la labor que el Teatro Simugh se ha propuesto. Porque, y vuelvo a Eliade en El Puente:
“Se han extraviado todos, me dijo Emmanuel. Lo han olvidado. Algunos rendidos, han arraigado. ¿Te acuerdas de la regla del molino? Si al entrar en el molino, ves una silla vacía, pregúntate quién la ha puesto ahí y pasa de largo. Si ves a alguien descansando en la silla, pregunta…Yo lo escuchaba y notaba que me ardían las mejillas; no me acordaba. Casi nadie se acuerda al final de su juventud, me dijo. Pero la segunda parte la interpretan otros. Algunos se olvidan de ello durante un tiempo y, de pronto, recuerdan la segunda parte y vuelven a interpretarla. Pero claro los que han estado en ello desde el principio y están ahora interpretando la tercera parte han ido más allá. Se pasa de un jardín a otro, de un bosque a otro; pero, mientras no se salga del molino, el juego es el mismo, se coincide sin parar con otras parejas, con otros grupos y, si uno se detiene demasiado u olvida una de las reglas del juego, se extravía…”
Y es lo que nos pasó a las sociedades modernas, nos olvidamos de las reglas y seguimos en el molino, dando vueltas, seguimos en el laberinto extraviados, buscando la salida, aún cuando la salida no es lo importante, sino el camino, y las preguntas que nos hacemos, aún cuando la salida existe, aún cuando nos encontremos entre una montaña de rocas que nos aprisionan existe la salida, solo que no se encuentra en el mismo plano, sino en otro, en un plano más allá.
Eliade plantea igualmente en ese texto, que no podemos quedarnos en la segunda parte, en la repetición, que si bien nos ayuda a recrear el mundo, a fundar o centrar la sociedad, hay que seguir más adelante, hay que ir más allá…
Sin embargo, la idea y la praxis del Teatro Simurgh es ya un inicio, es re-conocer lo que habíamos olvidado, es fundar nuevamente la sociedad, basada en la tradición, en el mito, en la creación primera, en lo que las culturas ancestrales utilizaron para centrar sus sociedades.
No se trata de una vuelta al pasado, al anquilosamiento, o a mantenernos estáticos en normas y reglas que no permiten el movimiento.
No se trata de un conservadurismo social, no se trata de un tradicionalismo; todo lo contrario, se trata de una revolución, una revolución que va más allá de lo político, se trata de una revolución de la mentalidad, de una superación de la modernidad que no ha traído más que olvido, más que ceguera; se trata de re-crear la vida, de re-nacer ante la naturaleza, de volver a ser reflejo de la divinidad.